Reseña: trío de Maybelline en Desert Gold

Primer Acto: comienza el romance

Este trío también fue amor a primera vista. Así, a través de la tapita, los colores se veían tentadores, brillantes, idóneos para tardes de verano de picadita y cerveza. Esa mañana, además, tenía un descuento importante en farmacias, por lo que entre verlo y comprarlo hubo, a lo sumo, 30 nanosegundos.

Segundo Acto: el desengaño

Pero (siempre hay un pero), entre comprarlo y sentir que se me rompía el corazón hubo menos tiempo, quizá. Salvo (y hasta ahí nomás) el marrón verdoso del medio, estas sombras son pura desilusión. La pigmentación es probrísima, como puede verse más abajo. Reconozco, sí, que la textura es buena y no tienden a dispersar su invisivilidad alrededor del ojo, como otras sombras. O será que son tan pero tan transparentes que no las llego a ver.

Tercer acto: la redención

Persevera y triunfarás, dicen los que gustan de repetir frases al cuhete. Yo, que gusto de repetir acciones al cuhete, perseveré, ja, de je, de jebe tu de jebere sebiunouva, majabi an de bugui an de buididipi. Perseveré. Y hete aquí que combinando estas sombras con otro producto del que todavía no hablé y que también me había desencantado, logré un efecto favorable. Ahora las puedo ver y me gustan. El todo a veces es más que la suma de las partes (la pucha, hoy soy un refranero andante).

Acto final: resumiendo

Por sí mismo este trío no te lleva a ningún lado. Sobre una base interesante y de color puede andar mejor.

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