Reseña: dos sombras Pellegrinas

Tenía un diente partido, la nariz ligeramente torcida y unas orejas dignas de un ánfora. Pero charlamos, susurramos, reímos y todo lo que se hace la tarde en la que uno se enamora.

De Cupido Erróneo

Hace unos días, Daniela (a.k.a. BeautyBargainHunter en YouTube) recomendó a las chicas argentinas una marca de la que nunca había oído hablar en mi vida: Andrea Pellegrino. Capaz que ustedes sí lo hicieron, yo vivo en un termo y nunca me entero de las cosas.

Googleando, encontré el website de la marca en cuestión y, si bien no me enloqueció lo que vi, tampoco me desanimó. Marcas más conocidas tienen sitios tortuosos y con cartas de colores igualmente genéricas. Mandé un mail preguntando si sus productos se comercializan en mi provincia y voilà, me contestan que sí. El sitio es un spa bastante conocido de mi ciudad, así que allí fui, entre curiosa y escéptica.

La joven del mostrador me juró que eran buenísimas. Siempre dicen lo mismo, así que no lo tomé como punto de referencia. Por suerte tenían un exhibidor con todas las sombras (que eso fui a buscar) y me puse a jugar un poco. Los colores que me gustaron de entrada fueron un borgoña con shimmer y un azul mate, aunque a la hora de probarlos el borgoña se me hizo demasiado parecido a cosas que ya tengo y el azul me pareció un poco complicado. Será por lo mate, qué sé yo. Entonces, la JdM me dijo que entre las sombras que vienen en la latita para poner en una paleta, había otros colores disponibles. No tengo una paleta para ponerlas, pero ante las circunstancias decidí dar una mirada. Y me enamoré.

El primer color que vi fue algo que desde el envase (ya vamos a ir a ese tema) me pareció un verde doradoso muy bonito, pero al sacarlo es un… cómo decirlo, ustedes saben que yo patino en estas cosas. Como una mezcla entre gris y dorado, precioso, muy parecido a mi color favorito de la paleta de 88 colores. El segundo es un cobrizo con algo de dorado, que no por visto deja de ser bonito. Me los llevé a los dos, no sin antes pasar por la zona de esmaltes y cometer un compricidio.

El packaging es medio descorazonador, no es atractivo y hasta noventoso pero, como suelen decir, lo que importa es lo de adentro. Las sombras, como son para paletas, vienen sueltas en un sobrecito de cartulina bastante resistente, con una ventanita de plástico, sellado con una etiqueta redonda con el peso (4 gramos) y los ingredientes. El número de la sombra (no tienen nombre) no está por ningún lado, así que no puedo decirles cuáles compré.

Las sombras son muy buenas.  Super pigmentadas, aterciopeladas, no «tiran migas» cuando las tocás con la brocha. Se trabajan con facilidad y se esfuman sin perder el color. De mi breve experiencia con el azul sospecho que con las mates no pasa lo mismo, pero eso es lo habitual. Mientras escribo, llevo toda la tarde con ellas (sobre primer, como siempre) y ni se inmutaron. Siguen tal como las puse hace horas.

Tengo una preocupación un tanto hipócrita. Las dos sombras vencen este año, por lo que es evidente que compré un producto viejo. Digo hipócrita porque sigo usando sombras que deben haber vencido hace rato (niños, no hagan eso en sus casas), pero como que me da cosita, ustedes me entienden.

Resumiendo:  voy a seguir jugando con estas sombras, pero la primera impresión es satisfactoria. Más allá del Ojo de Horus (símbolo que, confieso, soñé con tatuarme en mi temprana adolescencia), hasta ahora venimos bien. Volveré y seré una reseña más completa la próxima vez.

2 pensamientos en “Reseña: dos sombras Pellegrinas

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